Al norte del país, en el departamento de Bolívar, está Santa Cruz de Mompox, al lado de uno de los brazos del río Magdalena. Recinto declarado patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO en 1995, y en el 2017, fue elevado a la categoría de Distrito. El 03 de mayo de 1537, al borde del río Magdalena, Don Alonso de Heredia fundó la Villa de Santa Cruz de Mompox, conocida hoy como ‘La tierra de Dios’. Desde el inicio, su ubicación geográfico-espacial, le ha dado importancia como canal de comunicación y conexión, entre la vía del Reino y los demás distritos, además por la existencia de oro en aquel sitio.
Mompox desde la colonia dirigía y distribuía el comercio hacia el interior de la entonces Nueva Granada, con el objetivo de comunicar fluvialmente por el río Magdalena los recursos hacia Antioquia. Desde entonces, elrío tomó protagonismo y se convirtió en una conexión para la navegación y comercio de la región.
Actualmente, el distrito posee dos fuentes principales de ingreso económico como la celebración de la Semana Santa y el Festival Internacional de Jazz, sin dejar de lado el turismo que atrae las tierras momposinas. Para los habitantes, los dos eventos implican un desarrollo económico anual y son de gran ayuda.
El ambiente del festival de Jazz de Mompox es una fusión de culturas que implica la unión entre nativos y visitantes, entre la pesca y el comercio, entre el bombo leguero y el saxofón, entre el fresco de la música y el calor del pueblo, y sobre todo entre el mundo y Mompox. Resaltar el folclor y la oferta cultural implícita en el festival es uno de los principales motivos de la iniciativa del evento, el sitio es idóneo para su realización, pero también la disposición y el apoyo que su gente ha posibilitado para el desarrollo del mismo.
Más de 6 meses toma la organización del Festival musical más importante de Bolívar a cargo del Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar, Icultur. El evento ha recibido grandes aportes no solo de la Gobernación departamental, sino también de empresas del sector privado, la embajada de los Estados Unidos en Colombia, y países como Polonia, Cuba y Puerto Rico incentivan la continuidad del evento.
Ya son más de 30.000 personas las que han asistido desde su creación, este año se esperan más de 15.000 asistentes entre nacionales e internacionales. El festival no solo cuenta con Jazz, también cuenta con gastronomía, artesanías, cine, moda, cultura, educación y sobre todo artistas. En el último festival se invirtieron dos mil novecientos veintidós millones quinientos cincuenta y siete mil novecientos tres pesos ($ 2.922.557.903).
Uno de los invitados más representativos del país, es el jazzista Óscar Acevedo, exponente importante del Jazz en Colombia quien dice “Tocar en el Festival de Jazz de Mompox para mí ha sido una experiencia maravillosa, porque he tenido la oportunidad de tocar para nuevos públicos, principalmente para la gente de la región que es de origen caribeño y turistas de todo el mundo, lo cual es un reto mantener la comunicación con el público en general”
Ritmos como el merengue, la cumbia, el porro, garabato y la champeta, son característicos del caribe, los cuales son mezclados por los jazzistas pertenecientes a esta región para generar riqueza armónica y melódica dentro de los ritmos caribeños.
“La iniciativa del festival se llevó a cabo hace seis años por el Gobernador Juan Carlos Gossaín”, aclara Carlos Martínez, director de la Casa de la Cultura de Mompox. Su principal objetivo era fomentar y aumentar el turismo en el distrito, ya que la única temporada alta del año era la Semana Santa. “Nació para la semana de “Uribe” (semana anual de receso escolar). En los dos últimos años el Gobernador actual, Dumek Turbay Paz, ha cambiado la fecha lo que ha perjudicado al festival” reitera Martínez. Ya no se realiza en la semana de octubre sino los primeros días de septiembre, lo que dificulta la estadía turística y el comercio momposino.
En los habitantes de Mompox se evidencia la variedad de pensamientos ante el evento, para unos es una gran oportunidad de aumentar sus ingresos y para otros es una oportunidad casi que desperdiciada. El poderío del gobierno departamental y municipal no deja que el comercio y demás actividades funcionen debidamente. Los momposinos argumentan que el festival aglomera un gran número de turistas, sin embargo, muchos de ellos ya llegan al distrito con todo pago, lo que imposibilita las ventas para algunos comerciantes.
“La gobernación trae muchas personas invitadas, ellas vienen con todo pago, son personas que no tienen la necesidad de consumir, vienen a aprovechar el paquete. A pesar de eso ha sido un vitrinazo para nosotros” – Afirma Jaime Cupo, un momposino que ha visto afectado su negocio de postres al recibir pocas visitas en épocas de festival. Sin embargo, el evento ha fortalecido la imagen de Mompox al mostrarse con un aura distinta ante el espectro nacional e internacional, pues a pesar de tener una de las más hermosas Semana Santa del país, le hacía falta ese toque musical para sobresalir de la manera en la que se debía. Haber sido declarada patrimonio histórico de la humanidad le dio reconocimiento mundial, y el festival le regaló una esencia más creativa y cultural para atraer a sus visitantes y fortalecer a sus nativos.
Las calles revelan folclor, ánimo, fiesta, felicidad, los colores aumentan el entusiasmo musical y los murales son el vivo significado de la pasión y apropiación del Jazz. Por otra parte, el calor de los nativos es tan acogedor como su clima. Las voces incesantes de la pujanza son reflejadas en la sutileza de sus artesanías, el río es tan imponente como su historia, acaudalada de proezas y heroísmo.
‘La ciudad de Dios’ como es llamada afectivamente, encierra un sin número de cualidades y virtudes que la hacen la locación perfecta para tocar un jazz momposino.
-Juliana Alejandra Riaño Correa, Mariana Cruz Luna y Jairo Andrés Murillo Roldán.